Este
post debería haberse escrito ya hace un largo rato, pero por esas cosas de la
vida recién hoy sucede.
Hace
un tiempo me encontré por primera, y hasta ahora única, vez con alguien en
silla de ruedas dentro del subte. La suerte quiso que podamos charlar sobre las
dificultades, que a todas luces, luchan miles de personas día a día.
Mi
contraparte fue el escritor Rafael Fernández Grenno, que me compartió una grata
charla, preocupaciones, problemáticas, grupos que se movilizan por estas
temáticas y por suerte algo de la integración que se logra.
Mi
primera consulta fue como lograba moverse en subte, no solo porque muchas
estaciones no tienen ascensor, sino porque los que existen no siempre
funcionan.
En su caso él tiene “una cosa” a su favor, con ayuda puede moverse un poco sin la silla. Pero claro no pude dejar de surgirme la imagen de una persona luchando con una escalera mecánica, con la silla acuesta y la gran indiferencia de la mayoría. Lamentablemente esta última sensación iba a comprobarse en el correr de la charla.
En su caso él tiene “una cosa” a su favor, con ayuda puede moverse un poco sin la silla. Pero claro no pude dejar de surgirme la imagen de una persona luchando con una escalera mecánica, con la silla acuesta y la gran indiferencia de la mayoría. Lamentablemente esta última sensación iba a comprobarse en el correr de la charla.
Es
verdad que gran cantidad de problemas, en los espacios comunes de las
construcciones, en las instituciones públicas, en la calle, en el transporte y en
una lista innumerable de lugares.
Sin
ir más lejos, siempre me llamó la atención de que la FADU tuviera elevadores mecánicos
para sillas de ruedas en el tramo del primer piso al segundo, ahora mi pregunta
es… ¿Y de planta baja al primer piso? ¿Y si necesita ir al resto de los pisos? Y
eso sin contar que en realidad la planta baja es a la altura de un primer piso,
con lo cual hay que llegar desde la calle a planta baja. Pero bueno, vamos a
perdonar este desliz ya que hay ascensores.
Todo
esto es muy triste, porque obviamente va a llevar mucho tiempo mejorar todo
esto. Pero lo que realmente me resulta más triste es que la gente es ciega y
sorda a toda esta problemática. Esto no lo menciono porque no porque no se
puedan indignar si falta una rampa en tal o cual lugar, sino porque son capaces
de construir en la entrada de un edificio rampas suicidas, estacionarse en las
rampas que dan acceso al cruce de calle, o pasar por arriba de alguien que
necesita ir a su ritmo peleando contra, las no pocas, dificultades que plantea
el movilizarse en estas ciudades día a día.
Rafael
parece una persona muy afectuosa, sin lugar a dudas un luchador, y lejos de
victimizarse tiene fuerza para pelear cada espacio. Me lo demuestra cuando me
regala un sticker de la organización Acceso Ya que reza: YO TAPE UNA RAMPA. Me
hubiera gustado tenerlo hace tiempo y en cantidades. Porque la verdad hay gente
que logra decepcionarte día a día; porque la verdad es que las rampas, paradas de
colectivos, los espacios reservados siguen sin respetarse en lo más mínimo;
como si eso no se hubiera pensado porque hay personas que necesitan de esas
cosas.
Espero
que Rafael pueda leer esta nota, ojala le guste. Pero sobre todo que sepa que
quise publicitar la web que tiene en la tarjeta personal, pero no pude acceder,
tal vez tenga una nueva y podamos conocer un poco más sus escritos.
Link
para conocer más y descargar los sticker de la campaña yo tape una rampa: www.accesoya.org.ar